COMPARTIDOPOR DELIA CASTILLO.
1. 2 Timoteo 2:3
Tú, pues, sufre penalidades como buen soldado de Jesucristo.
Jesús dijo: “Negociad entre tanto que vuelvo” ¿te parece que no tienes oportunidades de hacerlo? En Rusia conocí a una mujer que estaba enferma de esclerosis múltiple. Tenía los pies y las manos paralizados, con excepción de un dedo. Con ese único dedo escribía a máquina inspirados libros devocionales. ¡Señor, qué alegría saber que me puedes utilizar, a pesar de mi debilidad!
El marido de esa mujer paralítica encuadernó sus mensajes escritos a máquina y, en forma de libros, los fue prestando a una y otra persona. Ella siguió escribiendo hasta el día de su muerte. Ahora está con el Señor. ¡Cuán feliz es! Y estoy segura que en el cielo ha conocido muchas personas que le han dicho: “Por tus escritos me encuentro aquí” que te falta salud o que no tienes fuerza. ¡Esta mujer contaba con un solo dedo para la obra de Dios!
2 Timoteo 4:2
Que prediques la palabra. Que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
Señor, pedimos tu poder para servirte, sean cuales fueren las circunstancias.
2. Salmos 139:23 y 24.
Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón. Pruébame y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mi camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.
Si seguimos en todas las cosas a Jesús, con frecuencia no nos entenderán. Seremos mal interpretados, y la amargura puede penetrar en nuestros corazones. Pero no es trabajo nuestro el de convencer a los amigos. Todo lo que tenemos que hacer es ocuparnos de nuestros propios pecados.
Cuando las personas me hacen enojar, o sentirme ofendida, límpiame de los pecados que surgen de mis emociones, Señor Jesús. Muéstrame en qué esferas de mi vida necesito tu perdón.
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